Hoy día 14 de marzo se celebra el décimo aniversario de la victoria del
partido socialista de José Luís Rodríguez Zapatero. Para unos, motivo de celebración; para otros,
una catástrofe; para todos, simple y llanamente democracia.
Fueron casi ocho años de luces y sombras. Se podrían encuadrar las luces en
la primera legislatura y las sombras en la segunda.
José Luis Rodríguez Zapatero llegó al
poder con humildad, con una imborrable
sonrisa en el rostro, con talante… Fue y es un gran socialdemócrata convencido
que gobernó tomando decisiones con firmeza y con valentía, siempre fiel a su
ideología. Un presidente del Gobierno socialdemócrata que gobernó favoreciendo
las políticas sociales. Y que las llevó a cabo.
A la hora de valorar su gestión hay que
tener en cuenta que nunca contó con una mayoría absoluta parlamentaria. Tuvo que
negociar todas las decisiones de su Ejecutivo con el resto de fuerzas
políticas, en contraposición con el Ejecutivo actual que gobierna y actúa en
solitario.
Es en la segunda legislatura, la de las
sombras, cuando la crisis económica hace su aparición, y tras negarla por
activa y por pasiva, en mayo de 2010 Rodríguez Zapatero toma decisiones, tan
duras como necesarias, que le cuestan una huelga general ciudadana, y por
supuesto, la desaprobación de la oposición.
A partir de aquí empieza el calvario, un
continuo acoso hacia su persona hasta llegar definitivamente al derribo. Llega
un momento en el que el único objetivo de la oposición es “echar” a Zapatero como
sea, y en ese “como sea” cabe el desprestigio, el descrédito y la falta de
ayuda. Pero no nos engañemos nadie y sobre todo no engañemos a nadie: no tuvo
la culpa de la crisis económica, por más que muchos se empeñen y se escuden en
ello.
Hubo un momento -el más duro de todo el
período 2004-2011- en el que por la cabeza de España planeó, por una parte, la intervención,
y por otra, el euro se tambaleó. Pero es de justicia reconocer que el Gobierno
socialista de ese momento supo salir a flote y tuvo la capacidad de impedir
ambos desastres.
Hoy, cuando ya han pasado diez años de
aquel triunfo, y la sociedad ha tenido que aprender a la fuerza a vivir de otra
forma, no son tiempos ni de ideologías ni de reproches. De hecho el propio
expresidente Zapatero se muestra en la actualidad a favor de una hipotética coalición
PSOE-PP.
Pero aunque hoy ya no impere la ideología,
siempre debemos apostar por los jóvenes, por las empresas, por el empleo. Pero
también, cuando un día remontemos y podamos –que me temo será dentro de mucho
tiempo- no debemos olvidarnos de apostar por las políticas sociales, por la
igualdad entre las personas. Porque me sigo temiendo que tendremos que volver a
luchar otra vez por la igualdad.
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